Una "experiencia"...Spoonik

"Bienvenidos a Spoonik, esta noche les pedimos que dejen a un lado todo lo vivido anteriormente y abran todos sus sentidos"

Así nos recibe el maître, gesticulando con fuerza y dibujando una amplia sonrisa. Nos agasajan con una copa de cava (Riedel, bien!) del que no llegamos a ver la botella. "Acompáñenme a la cocina", la familia Von Trapp, en fila, viste de blanco y gorros tubulares al estilo clásico. Destaca la higiene en cocina, puedes verte reflejado en la isla. Los snacks, correctos.Iluminación indirecta, agradable. Proyectores en el techo enfocando a cada mesa (intriga). Piezas de arte un tanto curiosas, mucho negro, dorado y rojo. Figuritas de hombres en calzoncillos y un cuadro que habla de lujuria. 

Mesa en Spoonik. ANNA MURILLO

El precio del Menú Festival es de 115€ por persona: toca intentar "dejar a un lado tus expectativas". 

En la carta hay cuatro opciones de maridaje: "Catalanes" (45€ p.p.), "Singulares" (65€ p.p.), "Leyendas" (100€ p.p.) y "Sunniks" (25€ p.p.), sin alcohol. Nos decantamos por "Singulares": aproximadamente un vino por cada dos platos. Buenos vinos y maridajes que dejan que desear.

¡Let's begin!

Oda al maíz. ANNA MURILLO

Empezamos con el "Oda al maíz", un sabor muy parecido al snack "Arepita de choclo", comido cinco minutos antes en la cocina. Repetimos sabores con un plato muy correcto. 

Continuamos con el "Tamal crujiente", igual de correcto que el anterior. El tamal es apetitoso, pero no destaca.


Tamal crujiente. ANNA MURILLO

Llega una representación de leche de tigre, pobre en intensidad, no nos dice nada. 

Leche de tigre. ANNA MURILLO
Impacientes por las proyecciones de imágenes sobre la mesa y, con todos "nuestros sentidos abiertos", nada sucede. 

La música acompaña los platos, es cierto, pero a tal volumen, que un grupo de extranjeros tiene que gritar para entenderse. Esto no ayuda mucho a "ponerse en situación".

Durante todo el menú se proyecta en cuatro o cinco ocasiones, un poco escueto para los diez platos que lo componen. 

Las mismas migas de pan (muy bueno, el pan, por cierto) nos acompañaron toda la noche.

Ahí va el "Ceviche Mar y Montaña", con erizo de mar, trucha y su caviar. 
Sabores y texturas agradables, nada espectacular. 

Ceviche mar y montaña. ANNA MURILLO

Se hace un poco corto el menú, por el precio que pagas.

Mextlapique de rodaballo. ANNA MURILLO
Es el turno del "Mextlapique de rodaballo". La piel frita sale un poco rancia en el plato de John, la mía está bien. 
El punto de cocción roza el límite, cosa que comentamos al maître y nos argumentan que, según la ubicación del rodaballo dentro del Josper, obtienes una cocción de más o menos intensidad (en resumen: que no todas las piezas salen iguales). De todos modos, esto queda disimulado por las dos espinas que aparecen en mi pieza de rodaballo. 

En cuanto al "Encocado Mar y Montaña", poca cosa hay que decir. Buen producto trabajado con poca gracia.

Pasamos al ultimo plato: el "Lingote de Carrillera de Ternera" con cayeye, mole ancestral (pobre mole, hubiese sido protagonista de un plato, pero lo usaron de pincelada e hizo desaparecer el resto de los sabores), pico de gallo y crujiente de plátano macho. 

Lingote de carrillera de ternera. ANNA MURILLO

Uno de los platos sale con alguna que otra huella

¡It's time for desserts!
"Corazón de yogurt" con salsa de frutos rojos y remolacha...Sabroso, atractivo, colorido y digestivo.

Corazón de yogurt. ANNA MURILLO

Para terminar, el "Tamal de chocolate" (tercer tamal que aparece en el menú), un homenaje al Dios del chocolate. Es un plato que carece de belleza, la foto habla por si sola. No es elegante, tratándose de un homenaje.

Tamal de chocolate. ANNA MURILLO

El sumiller escupe la información mientras piensa qué va a cenar después.

En definitiva, es un local acogedor, interesante, con un servicio que puede mejorarse. 

Un restaurante donde tienen herramientas para hacerte vivir una experiencia, pero no lo hacen.

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